Doña Eulalia, una mujer que cambió su vida

07 de agosto de 2017

Doña Eulalia, una mujer que cambió su vida

Basta con mirarla a los ojos para darse cuenta que doña Eulalia ha sufrido. A los treinta años perdió a su esposo, un caballero según ella, que murió en un accidente automovilístico, fue un policía Federal de Caminos. Lo que siguió, no fue nada fácil: tuvo que trabajar mucho para sacar adelante a sus hijos, darles educación y velar porque fueran personas de bien.

Los años pararon como un abrir y cerrar de ojos.

Nunca me di cuenta cuando comienza apagarse la vida, en que momento una mujer de 63 años deja de ser un sujeto para convertirse en un objeto, sostiene doña Eulalia, cabizbaja.

“Si una a esta edad una no se preocupa por una misma, nadie lo hará, en esta etapa de la vida tenemos que luchar porque es la etapa más difícil en la que se va encontrar una mujer, bueno –también un hombre- pero las mujeres la pasamos más difícil porque siempre tuvimos que ver el cuidado de nuestros hijos”.

A los 63 conseguir trabajo es prácticamente imposible, y una mujer mayor, como ella, bien que lo ha aprendido.

“No es difícil, es casi imposible conseguir un trabajo, porque todo mundo quiere gente joven, uno debe de seguir adelante porque si no, uno se deteriora más”.

Como esta mujer en Yucatán hay muchas, muchas Eulalias que comienzan a pensar en cuál es el sentido de su vida, de qué sirvió tanto esfuerzo y trabajo si al final la propia sociedad te desecha, y te cambia por gente nueva, como si se tratará de un teléfono celular, un televisor o cualquier aparato, que al dejar de ser funcional, se cambia por otro.

“A la mayor parte de las mujeres nos hacen sentir objetos, porque llega el momento en el que dicen: es mujer y sólo sirve para ser una ama de casa, para lavar planchar y hacer comida, nos mueven y nos ponen como se les pegue su gana, pero no, somos sujetos como cualquier joven, como cualquier adulto, como cualquier hombre”.

Sin embargo, doña Eulalia no es de las que se dejan, nunca quiso darse por vencida, y comenzó a cocinar dulces, luego bocadillos, y ahora pasteles temáticos. Todo inició por dos cosas: uno, porque le gustaba saborear un buen postre, y dos, porque no había dinero para comprarlos. La única manera era aprender a hacerlos.

“En primer lugar soy bastante tragona, y como no lo podía comprar, no me quedó de otra que aprender a prepararlos, y poco a poco me comenzaron a salir “encarguitos”, primero me decían hazme un pastel, luego hazme un pay helado y así le fui agarrando el gusto”.

Como comunicador de radio, uno sabe que hay de entrevistas a entrevistas, algunas se disfrutan más y otras menos, pero platicar con doña Eulalia fue toda una experiencia, su chispa y manera de ver la vida sorprende, y hace que quieras seguir escuchándola.

-¿Qué tal le quedan sus pasteles, están buenos?- Me quedan riquísimos  ¡ja, jaja!, la verdad es que trato de hacer cosas buenas y no darlo tan caro, para que todos tengan la misma oportunidad de comer algo bueno, porque si no el cliente va y consume en una pastelería cara, -¡que no esta tan bueno y si está bien caro!-.

A pesar de eso, de ser una experta en repostería, su experiencia no tenía valor alguno, nadie le ofrecía trabajo.

Fue hasta hace poco más un año cuando doña Eulalia se enteró del programa Escudo Productivo que imparten el Centro Estatal de Prevención del Delito, y que busca certificar a mujeres en la elaboración de productos de repostería y panadería.

“Es una evaluación para saber si realmente estoy capacitada para tener un trabajo, más allá de ser la pastelera de mi casa, puedo tener trabajo en una pastelería, en un restaurante, porque la certificación va más allá de un reconcomiendo”.

Nuestra entrevistada sabe que las cosas cambian; hace unos meses su hija concluyó su maestría, y su hijo se encuentra al pendiente de cómo ayudarla, ahora ha conseguido trabajo, dará clases en una escuela de cocina y se siente muy feliz.

“Yo me siento feliz porque ya vuelvo a formar parte del mundo activo, ya no soy un objeto, ya soy un sujeto, y eso para mí es muy importante”.

Doña Eulalia, de 63 años, sabe que para que nuestros seres queridos estén bien, es necesario que uno o una primero este bien, y eso se logra con las ganas de salir adelante, prepararse e intentar ser mejor persona cada día.

 

“La mujer se sentía opacada, antes éramos sumisas, ahora el hombre no lo acepta, por eso hay mujeres que han sufrido maltrato, y han perdido la vida. Con esta certificación una mujer puede salir adelante sin la necesidad de un hombre, pueden sacar adelante su familia, ¡el Cepredey nos está dando un arma de trabajo!”

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Venció al estereotipo de tener un hombre que la mantenga y ahora se dedica a la repostería

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