"Tiempo de duelo para el amigo Juan"

20 de febrero de 2018

"Tiempo de duelo para el amigo Juan"

La semana pasada, el tema de esta columna trató sobre la película The Post. La frase principal fue “la prensa debe estar al servicio de los gobernados y no de los gobernantes” y el colofón se refería al espíritu del dictador Porfirio Díaz que pareciera acecha sobre México ¿Cuántos comentarios recibí al respecto? Ninguno.

El tema de la relación medios-poder pareciera irrelevante. Pero al principio se me ocurrió mencionar que el maestro Uuc-kib Espadas comentó en el programa Análisis político que el 80% de los meridanos desean que el carnaval regrese a Montejo y que si eso es cierto, seguro será tema electoral ¿Cuánto comentarios recibí al respecto? Setenta y uno. 

- Espejo Roto - Entre los restos del espejo se reflejan imágenes en las que camino por Montejo con una cerveza en la mano, recuerdos de hace más de quince años. En otro lugar, el espejo refleja a don Luis avisando que el que no se retire, ya no podrá irse, porque el desfile se acerca a la puerta de la empresa.

Los que no salían a tiempo aprovechaban para asomarse por la ventana para ver los carros alegóricos y esperar el paso de los compañeros que en él participaban. 

A lo largo de la semana, fueron varias las personas que compartieron sus recuerdos conmigo de cómo vivían el Carnaval. Un taxista me dijo que su mujer lo mandaba en la madrugada para hacer cola y comprar los palcos que eran de su agrado, en concreto uno cerca del Burger King de la 60 el cual calificó de muy buen lugar. Recordó también cómo su esposa se arreglaba con su terno para hermosamente ataviada preséntese a presenciar el desfile del lunes por la noche. 

En otro momento, otra persona, doña Anita, me compartió su relato. Ella solía salir temprano por la mañana, junto con familiares, para apartar lugares mientras llegaba el resto de la familia, incluyendo a su chichí. Otro taxista me platicó de la inseparable hielera repleta de francés, agua, refrescos y cervezas. 

Aquellos recuerdos se van yendo, a medida que el duelo transcurre, y se disipan de la mente, enterrados, olvidados, como el polvo, el mismo que año tras año entierra a Juan Carnaval. 

 

Nota escrita por

Bernardo Laris

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